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Permiso para matar
Boletín n°44, noviembre de 2007

Cabu

El soldado está dispuesto a matar por diversas razones. Antes que nada su educación, depués la voz de  mando de su superior  lo han convencido de que las razones para matar son bien fundadas y que existe una causa « justa » que exige la eliminación de un  semejante, de otro ser humano. Este comminar viene de la mas alta antiguedad y su recurrencia es tristemente célebre en la historia de la civilización.  

 

Jean Fiori escribe que en el imperio romano los cristianos eran considerados buenos ciudadanos, pero se rehusaban a empuñar las armas y luchar por él. Los escritos que se conservan de Orígenes, de Tertuliano o de Hipólito de Roma dan testimonio de ello. De este modo, se cuenta que un soldado podía convertirse al cristianismo si se comprometía a no matar, incluso por orden de su superior. Pero al contrario, un cristiano no debía convertirse en miltitar. Si esto llegase a ocurrir, se le debía excluir de la Iglesia en su calidad de comunidad de feligreses.

 

El comienzo del siglo IV de nuestra era marcó un quiebre de la doctrina cristiana  y la no violencia. El emperador Constantino, una vez convertido al cristianismo hace del servicio militar un deber cristiano. El sable y el hisopo,  el ejército y la Iglesia harán causa  común. Esta alianza, prosigue Pictet, condujo las autoridades eclesiásticas a legitimar la guerra. Pero esto perturbó a muchos intelectuales de la época. Ante estos escrúlpulos San Agustín formuló la «  famosa y funesta teoría dela guerra justa »  J. Pictet nos explica  el razonamiento : el orden natural es un reflejo del orden divino. El legítimo soberano tiene el poder de imponer y de mantener  este orden. Como el fin justifica los medios prosigue el autor, los actos de guerra que se cometen por causa del soberano pierden su carácter de pecado. Es una guerra justa, que Dios aprueba. El adversario es por lo tanto enemigo de Dios y su guerra es injusta.

 

Hoy por hoy la « guerra justa » ¿ es aún legítima ? Sí, responde el Catecismo de la Iglesia Católica aprobado por Juan Pablo II en junio de 1992. En este vade mecum de la fe católica, el recurso a la antigua doctrina de la  « guerra justa » está sometida  por lo demás a « condiciones rigurosas de legitimidad moral »  y al prudente jucio de aquellos que tienen por encargo el bien común.  Por lo demás el Vaticano denuncia, pero sin condenar de una manera formal  el cúmulo de armas en el cual se apoya  la doctrina de la disuasión, la cual provoca « severas reservas morales » El servicio militar es legitimado y son considerados guardianes de la seguridad y la libertad de los pueblos aquellos que se destinan al servicio de la patria, ya que « si cumplen correctamente su deber, contribuyen al bien común de la nación y a  mantener la paz. Los objetores de conciencia son mirados con una cierta benevolencia aunque « están en la obligación de servir de alguna otra manera la comunidad humana ».

 

La « guerra justa » sigue ganando adeptos, entre  los cuales se cuenta un cierto número de intelectuales estadounidenses. Inspirados por el sobresalto patriótico luego de los hechos de septiembre 2001, ellos han publicado un manifiesto llamado « Porqué combatimos, carta de América » Reclamándose del reverendo Martin Luther King , arriesgando de ese modo a deformar su mensaje, sostienen que « la idea de guerra justa se fundamenta en ciertas tradiciones morales laicas y religiosas de la humanidad.», afirmando la superioridad del referencial ético occidental, estos intelectuales concluyen que la razón moral universal puede y debe aplicarse a la guerra.  Buen ejemplo de argumento autoritario. Sin embargo la oposición a esta cruzada imperial « justa » encuentra dificultades para hacerse escuchar, lo cual  hace el juego de todos los fanáticos y kamikazes cuya visión estrecha y asesina de la justicia se nutre del desprecio que ellos mismos provocan.

 

 

Referencias :

Fiori, Jean. (2006). « L’esprit des croisades ». In : Pyrénées magazine, spécial Cathares, p.25.

Pictet, Jean, (1983). « Développement et principes du droit international humanitaire ». Institut Henry-Dunant. Genève et Paris : Éditions A. Pedone, 119 pages.

Acerca de los orígenes cristianos de la guerra justa ver en particular las páginas 20 a 23 . Volumen disponible en el CICR de Ginebra.

Haggenmacher, Pierre. « Guerre juste et guerre régulière dans la doctrine espagnole du XVIe », Revue internationale de la Croix-Rouge, septembre-octubre 1992, no. 797, pp. 450-462.

Catéchisme de l'Église catholique. Paris : Mame/Plon. 1992. Voir la partie intitulée « La sauvegarde de la paix », pp. 470-473.

« What we are fighting for. A Carta from America ».  Institute for american values. Febrero 2002.
http://www.americanvalues.org/html/wwff.html

Le Monde. (2002). « Lettre d’Amérique, les raisons d’un combat ». 14 février.

La version française in extenso de la Lettre : http://www.voltairenet.org/article9840.html
Consultar version española del mismo sitio.

 

 

Ilustración : Tyr, Dieu de la guerre juste dans la Mythologie scandinave.

http://acoeuretacris.centerblog.net/rub-mythologie-scandinave-.html

 

 



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