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¿ OPC sobre la escuela ?
Boletín n°30, marzo de 2006

Desde los años  80 las orientaciones de la educación se han visto ampliamente influenciadas por organismos internacionales con vocación económica. Estas orientaciones han sido retomadas por las políticas nacionales asegurando de este modo una excelente adecuación de la Escuela a los imperativos del economismo reinante, credo de quienes deciden y planifican la educación con una lógica de competencia. 

 

En forma paralela y en otro ámbito, otros organismos internacionales promueven una educación basada en nociones tales como la justicia social y el respeto de los derechos humanos, defendiendo una Escuela con valores universales que apunte  a eliminar en ultima instancia las inequidades socioeconómicas que originan injusticia y  tensiones sociales. Podemos reconocer en esta definición las posiciones de la UNESCO y de numerosas ONG

Estas dos tendencias, irreconciliables a priori, ponen la Escuela ante disyuntivas que ella sola no puede solucionar, ya que su orientación es definida por los  poderes políticos reinantes.

 

Ahora, como es fácil de observar, éstos se mueven con cierta facilidad entre un discurso plagado de buenas intenciones y por una educación ciudadana, al tiempo que promueven una orientación basada en la economía del conocimiento  y la obsesión del rendimiento. Este doble estándar no solamente crea confusión, sino que además   propulsa intervenciones educativas que carecen de sentido unitario, ya que traten de reconciliar los diversos intereses que se disputan el control de la educación que unos perciben como un bien común  y otros  como sometida al  interés privado.

 

Aquellos  que abogan por la rentabilidad de la educación tratan de poner el acento en elevar los resultados individuales de aquellos que aprenden y  en adecuar la formación a las exigencias del mercado. En un contexto de crecimiento económico este enfoque no suscita ninguna oposición  abierta, más aún al acompañarse de un interés declarado por una formación a lo largo de toda la vida,  de la cual no se explicita si  es la expresión de la voluntad de democratizar el acceso al conocimiento o -mas bien-  asegurar mas fácilmente la “flexibilidad en el trabajo”, leitmotiv preferido de la Vulgata neoliberal.

 

Aquello que parece como más cuestionado en esta tendencia a subordinar la educación a las exigencias del mercado es que la preparación a la vida activa mediante la educación ya no incluye un sano y legitimo cuestionamiento acerca de los valores dominantes que se transmiten mediante esta instrumentación  del saber. En este contexto nos parece urgente introducir masivamente en las aulas la educación al debate ciudadano y al espíritu crítico para evitar que la Escuela devenga en una simple empresa sujeta ella también a una OPC circunstancial.

 

 

En la imagen: “Puertas de Entrada de las Escuelas: ¡Bajen o llamo a la policía!” Ilustración : dibujo, tomado del Sitio Écoles différentes

http://ecolesdifferentes.free.fr/

 



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