Discriminación Racial y
Ausencia de Empoderamiento
El caso
afrocolombiano
Por: Leonardo Reales[1]
“Había una
vez, hace algún tiempo, un mago, que hizo un pase mágico y desapareció el
racismo... tiempo después, el mismo mago hizo otro pase mágico y desapareció la
extrema pobreza... y finalmente, cuando este buen mago iba a hacer un último
pase mágico para desaparecer la discriminación... vino un político, hizo una
ley y desapareció al mago...”[2]
Introducción:
Mi experiencia personal...
En 1993 yo era el estudiante con la piel más oscura de la Universidad
de los Andes, la más cara y prestigiosa universidad de Colombia. Era el único
afroindígena entre unos diez mil estudiantes... Recuerdo que varios compañeros
frecuentemente me decían: “Tu eres el único negro aquí... así que debes estar
orgullo de eso”...
Recuerdo que en 1992 era uno de los tres afrocolombianos de una
compañía de 300 soldados del Batallón Guardia Presidencial, el batallón élite de
las Fuerzas Armadas de Colombia. Así mismo recuerdo, como si fuera hoy, como
los tres éramos discriminados por nuestro color de piel, y no sólo por nuestros
comandantes, sino también por nuestros propios compañeros. Cabe anotar que no
hay generales ni almirantes afrocolombianos en las Fuerzas Armadas, pero es muy
fácil ver como la gran mayoría de los soldados que están peleando en el
conflicto interno armado, son afrocolombianos.
También recuerdo que un día alguien me preguntó cuantas naciones
africanas llegaron a América en la época de la esclavitud y descubrí que ni
siquiera sabía el nombre de diez países africanos, quizás porque el currículo
de la educación básica primaria y secundaria nunca ha incluido una clase de
historia de África en casi doscientos años de historia republicana. Este hecho
podría ser aceptable si los afrocolombianos no existieran, pero hay más de doce
millones de afros en el país.
Pensé que esos políticos que han controlado el Estado por dos siglos y
el sistema educativo eran responsables por mi ausencia de conocimiento. Sin
embargo, y aun cuando esa apreciación no es tan errónea, supe que yo también
era responsable porque nunca había hecho nada para enfrentar este complejo
problema de la discriminación racial en Colombia. Entonces comencé a buscar y
de esa manera encontré el Movimiento Nacional por los Derechos Humanos de las
Comunidades Afrocolombianas CIMARRON, la ONG que lidera la Unión de
Organizaciones Afrocolombianas. Así, me convertí en miembro del Movimiento, el
cual fue creado para promover la eliminación de la discriminación racial y el
racismo, y fortalecer la participación ciudadana y empoderamiento de las
comunidades afrocolombianas.
En esta presentación voy a mostrar las estadísticas que permiten ver
cuan difícil es la situación afrocolombiana en términos políticos, sociales y
económicos. Y también presentaré cuáles son las metas y los logros que hemos
alcanzado en los últimos años, usando la educación como principal estrategia,
mencionando igualmente quienes han participado en el proceso respectivo.
Discriminación
racial y situación afrocolombiana en números
Quisiera mencionar antes de presentar las estadísticas, que los
afrocolombianos han sido víctimas históricamente del “ciclo de la
discriminación racial”, un concepto que deseo explicar usando un ejemplo
sencillo: El salario mínimo legal en Colombia equivale a 140 dólares. Las
matrículas en las mejores universidades valen más de 4,000 dólares al año y los
gastos generales más de 2,000 dólares al año. Para entrar a una de estas
universidades es necesario tener un buen promedio en los exámenes estatales, lo
cual implica que el nivel educativo debe ser bueno, y eso significa que uno
debe poner a los niños en buenos colegios, colegios que son tan caros como las
universidades prestigiosas. Ni estos colegios y universidades, ni las leyes, ni
la Constitución discriminan a nadie en el país, así que surge una pregunta:
Porqué sólo el 0.1%, o a veces menos, de los estudiantes que van a estas
universidades son afrocolombianos...?
La respuesta es realmente fácil de entender. Ese es el mismo porcentaje
de afrocolombianos, 0.1, o a veces menos, que se ven ocupando cargos públicos y
privados importantes. Por esa razón, la mayoría de los
afrocolombianos no está en capacidad de enviar a sus hijos a los buenos
colegios o las universidades prestigiosas. Así que no importa si una
universidad no discrimina en sus normas o estatutos, debemos considerar que eso
ocurre cuando las universidades no promueven acciones afirmativas para las
minorías.
Es
importante aclarar que los afrocolombianos son una minoría en términos
políticos, pero no en términos demográficos, como se ve en el siguiente
resumen: Los afrocolombianos comprenden aproximadamente el 30% del total de la
población afrocolombiana, lo cual implica que hay más de doce millones de
afrocolombianos(as). El 95% de las familias afrocolombianas no están en
capacidad de enviar a sus hijos a las universidades, prestigiosas o no, por su
carencia de recursos.
El
nivel de la calidad de la educación en las comunidades afrocolombianas está 40%
por debajo del promedio nacional. El ingreso promedio per capita de los
afrocolombianos es 500 dólares al año, mientras que el promedio nacional es
1,500 dólares al año. Y 75% de los afrocolombianos reciben salarios inferiores
al mínimo legal.
En
términos de vivienda y servicios de salud, los afrocolombianos se encuentran
42% por debajo del promedio nacional. Y más del 80% de los afrocolombianos
viven en condiciones de extrema pobreza. En pocas palabras, diez millones de
personas viven en estas dramáticas condiciones. Lo curioso es que estas
estadísticas son oficiales. La fuente es el Plan Nacional de Desarrollo de la
Población Afrocolombiana, el cual fue elaborado por el Departamento Nacional de
Planeación. Y aun cuando esta institución estatal, así como también otras,
reconoce cuan difícil es la situación afrocolombiana, éstas no hacen nada para
solucionar sus problemas.
Quisiera
añadir que en términos del conflicto armado interno, la situación
afrocolombiana es aún más dramática, no sólo porque su impacto ha producido una
mayor exclusión social, económica y política, sino también porque miles de
afrocolombianos han sido víctimas del desplazamiento forzado producido por los
grupos armados en conflicto. Las fuentes oficiales dicen que al menos el 30% de
la población desplazada es afrocolombiana. Sin embargo, nosotros consideramos
que los afrocolombianos comprenden al menos el 50% de la población desplazada,
dadas las regiones más afectadas por el conflicto.
La Escuela
Nacional Afrocolombiana: Metas, estrategia y resultados
La Escuela Nacional Afrocolombiana es el proyecto más importante de
CIMARRON en términos educativos. Esta Escuela fue creada en 2000 con el apoyo
de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional para
empoderar a la población afrocolombiana y enfrentar todas las situaciones que
he mencionado.
La
Escuela Nacional Afrocolombiana es un programa de capacitación. Es liderada por
un equipo de académicos afrocolombianos, quienes viajan por todo el país
enseñando acerca de derechos humanos, constitucionales y políticos, y
participación ciudadana. Fue diseñada para educar líderes comunitarios y
profesores afrocolombianos. Adicionalmente, ambos (profesores y líderes) dan
sugerencias, opiniones y retroalimentación con el fin de mejorar nuestros
métodos de enseñar asuntos afrocolombianos, después de trabajar en mesas
redondas.
Los
materiales usados son: El Manual de la Escuela Nacional Afrocolombiana, que
contiene los 8 módulos en los cuales los talleres y conferencias se
transcriben, material audiovisual, casetes y fotografías.
La
Escuela Nacional Afrocolombiana produce resultados sorprendentes en la gente
que no sabe casi nada sobre sus derechos. Por ejemplo, el empoderamiento de la
Red Nacional de Mujeres Afrocolombianas fue propuesto en el primer programa que
se realizó y ahora estamos trabajando en ello. Además, la Unión Nacional de
Organizaciones Afrocolombianas y el nivel educativo de la gente capacitada se
han ido fortaleciendo desde que los programas de capacitación empezaron.
En
ese sentido, es importante hacer énfasis en que el éxito verdadero del programa
es que la gente capacitada regresa a sus colegios y comunidades, y enseña sobre
los mismos asuntos. Así que ellos comunican a otros la misma información que
han aprendido, apoyándose en el Manual de la Escuela Nacional Afrocolombiana,
el cual les entregamos durante el programa.
Finalmente,
quisiera decir que hemos tenido tres limitaciones en la Escuela: Primero,
desearíamos darle a la gente herramientas tecnológicas como computadores y
otros equipos que ellos no tienen debido a sus condiciones sociales y
económicas.
Segundo,
algunas veces la gente nos pregunta como pueden desarrollar sus propios
proyectos de desarrollo y educación, y nuestra información es limitada porque
aún estamos en el proceso de identificación de fundaciones que pueden financiar
tanto sus proyectos como los nuestros.
Y
tercero, a veces nuestra gente se enfurece cuando entiende cómo ha sido su
historia. Entonces nos piden libros y bibliotecas, pero no tenemos los recursos
para proveer tales elementos, y de hecho esa es una responsabilidad del Estado.
En todo caso, estamos tratando de enfrentar estas limitaciones de acuerdo a
nuestras perspectivas sobre el futuro económico y social del país.
[1] Politólogo e historiador egresado de la Universidad de los Andes
(Bogotá). Poeta y cuentero profesional. Egresado del Programa para Defensores
de Derechos Humanos de la Universidad de Columbia en Nueva York. Egresado del
Curso para Jóvenes Líderes de América Latina sobre Democracia y Desarrollo
Social, del Instituto Interamericano para el Desarrollo Social del BID en
Washington D.C. Egresado del Programa de Visitantes Internacionales sobre
Fundamentos de la Democracia del Departamento de Estado de Estados Unidos. Coordinador
del Comité de DD.HH y Desarrollo Social del Movimiento Nacional Afrocolombiano
CIMARRON. Corresponsal en Colombia de la Escuela Internacional Instrumento de
Paz EIP. Nota: Este documento fue presentando en el evento “Afro-Colombians: A forgotten side of the Colombian conflict” en la Universidad de Pennsylvania en 2002.